[Primeras Impresiones] Gleipnir

La temporada de Primavera 2020 es de pura reminiscencia; hablamos de cómo Listeners (y parcialmente Tower of God, con Hunter x Hunter) nos evocaba a Eureka Seven y la historia se repite con Gleipnir, en cuyo caso vemos una premisa muy palomitera, o debería decir, muy Mirai Nikki.

En lo que Kagaya Shuuichi, protagonista vacuo de turno, lleva una vida sana pero vacía, la tragedia irrumpe en su vida. Y no viene sola, sino acompañada de una chica de marcados atributos sexuales y psicopatía. He ahí donde reside el espectáculo. En una relación tóxica en la que la susodicha abusa por pasiva y activa de un chico tímido (también violador en potencia por razones que desearía que no formasen parte de la obra) aprovechándose de su inocencia, pero también del conocimiento de que (por instintos amplificados, es la excusa) casi abusa de ella para tirarle por el tejado de la escuela, y así, comprobar si es o no el monstruo que la rescató cuando intentó suicidarse prendiendo fuego a su casa en ropa interior.

Suena absurdo, es absurdo, pero de eso va Gleipnir. Pine Jam ofrece un espectáculo descabellado con un toque ecchi aún más exagerado y molesto, todo sea dicho y pone la carne en el asador con un apartado visual cuidado al milímetro. Hace del drama adolescente una excusa de lo más siniestra con la que empezar a pegarse y montar un Battle Royale de todos contra todos en el que, humanos o monstruos, el juego va de matar o ser matado.

Cosa para la que Kagaya no parece haber nacido. De ahí que, hormonas a flor de piel aparte, no le quede más opción que colaborar con una chica —Aoki— que optará por mantenerle atado mediante seducción, amenazas, y una escalofriante dosis de realismo: «No sobrevivirás sin mí».

Con ello dicho, Gleipnir es una obra que me interesa bastante. No solo se ve bien, sino que considero que sabe entretener y enganchar como pocas. Cuenta su historia a un ritmo para el que raro es no enterarse de lo que sucede; vamos desentrañando junto a los personajes el misterio que rodea a monstruos y otras excentricidades, el arte también es de destacar... Pero los personajes no me terminan de calar.

Kagaya es un chico que en el primer capítulo casi abusa de una chica inconsciente y, aún con esas, es glorificado, porque de un modo u otro, y aunque nadie se lo ha pedido ni mucho menos agradecido, es su salvador. En lo que respecta a Aoki, su actitud indiferente ante la vida le permite rebajarse a un objeto sexual siempre que ello le permita cumplir con sus objetivos: el de encontrar a su hermana y utilizar al susodicho para ello si es necesario.

He ahí la problemática: que la chica se vea a sí misma como un saco de hormonas con el que atraer a según qué público no significa que la serie tenga que rebajarla y servirla como material exclusivamente masturbatorio. Puede agarrarse el culo de cara a calentar el escenario, la dirección puede apoyar la visión que tiene de sí misma mediante planos que la reduzcan como persona... Pero en este caso, todo parece indicar que los derroteros van más por el de ser un fanservice que no responda a más propósito que el de apelar a un target mayoritariamente masculino.  

Contrario a las bromas de Listeners, en donde los diálogos que podían poner en entredicho a la mujer se quedaban en meros chistes, en Gleipnir la vertiente va más por la de faltar al respeto y objetivar. Sus personajes femeninos o bien forman parte del atrezo de fondo, o bien se limitan a estar mal de la cabeza. Vivir para el morbo, sugerir situaciones de lo más sexuales, pasearse en lencería, verse expuestas de manera que se incida menos en su faceta personal y más en su rol de juguete sexual. Alguien a quien a veces incluso el protagonista le sigue el rollo porque, cómo no, tiene un cuerpo de infarto al que habrá que hacer caso.

En síntesis, hablamos de lo que a la larga, y de cara a un anime que seguiré con seguridad, puede ser la diferencia entre una serie que me guste mucho y una serie que se vea bonita pero nada más. Solo queda esperar que la producción no estalle a mediados y, por favor, se relajen un poco con un fanservice que hasta ahora merma mi disfrute en cantidades industriales.