[Primeras Impresiones] Higehiro

Aunque para esta entrada no voy a recopilar las primeras impresiones de varias series por temas de extensión, sí que seguiré empleando el mismo formato por pura metodología, a lo que añado este párrafo por cumplir con la estructura y aclarar de paso. Soy un pequeño desastre que subestimó su motivación a principios de abril, y a lo tonto he escrito un folio de Higehiro en cosa de un día. He ahí la única explicación lógica y real para encontrarme publicando una entrada dedicada a un solo anime en lo que, anteriormente, abarqué cuatro en una.

Sí que tengo que decir que no es la primera vez que hago algo parecido; ya lo probé anteriormente con Fumikiri Jikan y fue bastante bien, con la diferencia de que ahora adapto mejor el espacio entre series y no me dejo ninguna en el tintero. Estoy bastante contento con la cuota de animes de temporada que ando abarcando en primavera, y tampoco tengo planes de parar aquí. Sólo espero que estos vaivenes no se presten a confusión. De todos modos, me encargaré de que el hilo de primeras impresiones, pendiente de actualización, lo deje todo bien claro. De mientras, breve recordatorio antes de empezar con una serie bastante delicada que en la entrada anterior hablamos de Shaman King (2021), Megalo Box 2: Nomad, Sayonara Watashi no Cramer y My Hero Academia (quinta temporada), respectivamente.

• Título: Hige wo Soru. Soshite Joshikousei wo Hirou.
• Capítulos: 1 / 13
• Géneros: romance, drama

Tras ser rechazado por una compañera de trabajo de la que lleva cinco años enamorado, Yoshida se encuentra de camino a casa con una adolescente, Sayu, quien busca quedarse en su casa a cambio de mantener relaciones sexuales. La vida de Yoshida da un vuelco cuando, quién sabe si producto de ir pedo, es capaz de rechazar la oferta de Sayu, pero le hace un hueco en su vida dispuesto a ayudarla.

Hige wo Soru. Soshite Joshikousei wo Hirou., a partir de ahora abreviado como Higehiro —o Hige wo Soru, según convenga— por cuestiones de logística, es una adaptación de novela ligera de cuya existencia no sabía hasta ahora.

Entrando más en materia, su planteamiento postula a una estudiante escapada de casa que, por circunstancias adversas, se ve obligada a encamarse con hombres que le permiten pasar la noche en su domicilio particular. O lo que es lo mismo: prostitución en su más pura esencia. En una situación de lo más precaria. Por una mezcla de valores truncados. Porque se ha dado cuenta de que a tan corta edad, y sin estudios que valgan, su cuerpo se ve cotizado en un ámbito de lo más sexual por hombres asalariados de suficientes medios económicos y poca decencia moral.

Higehiro tiene entre líneas una serie de ideas que, como poco, invitan a la polémica. A imaginarnos Hige wo Soru como un campo repleto de minas en cuya travesía hay que tener un pelín de cuidado.

Su primer capítulo está cargado de encuadres muy serviles a la mirada masculina y frivolizantes con respecto a una historia que debería presentarse, por su naturaleza, cargada de crudeza. Y es que una cosa es dotar a la chica de un carácter sexual del que esperamos que se despoje conforme pase de ser una cría disfuncional a una adulta más madura, y otra esto. Tener, como poco, cinco planos enfocando en su lencería y pecho en lo que acompañan continuas invitaciones al coito.

Pero contrario a lo que se podría intuir por cómo lo describo, la serie no me desagrada. Al contrario, me gusta de manera genuina. El estilo artístico me mantiene pegado a la pantalla. Hay dibujos muy buenos. Los diálogos cargan verdades como puños. Ya no solo en lo referente a la promesa de que la relación entre Sayu y Yoshida, el protagonista masculino, es exclusivamente paternofilial. De tutor a menor de edad. De adulto responsable que, incluso ebrio, es capaz de poner unos límites claros e inamovibles. También a la hora de hablar de cómo no importa qué interacciones o relaciones hayamos tenido en el pasado; el buen trato debe ser el trato estándar. Aquello a lo que siempre aspirar sin importar la persona o el lugar.

Que la adaptación funcione o no dependerá, en gran medida, de la dirección. De si estas constantes insinuaciones sexuales en la fotografía, en cómo nos muestran al personaje de Sayu, se quedan en un primer capítulo que ha establecido las bases de las que partimos de forma muy clara, o acaban por aportar una distorsión nociva que no hará ningún bien a una premisa que, para bien o para mal, maneja muchos tabús. Desde tontadas como no hacer de todo el que nos rodea un fumador pasivo, hasta la existencia de condiciones asquerosas y relaciones no del todo bien vistas que también se dan en la vida real.