A este respecto, Solo Leveling no es el culmen de la originalidad; recuerda enormemente a otras obras tan fantásticas como The God of Highschool, Tower of God, Sword Art Online... Mención especial a estas dos últimas por tener en común el transporte forzoso, total o parcial, del protagonista a otro mundo con mecánicas de subida de nivel y mejora del personaje.
No obstante, recordemos que el criterio de la originalidad no es el único factor decisivo, mucho menos hoy en día, a la hora de disfrutar una obra. Solo Leveling aglutina elementos infinitamente explotados incluso en juegos como Elden Ring, en donde tenemos una personalización y capacidad de exploración brutal, y hace de ello el eje de una trama en donde el protagonista es elegido por el Sistema para desarrollarse y sobrevivir a una muerte segura. Sung Jin-Woo, protagonista de Solo Leveling, se vuelve Dios. En potencia, al menos.
Y aunque esta premisa del superhombre invencible con, cómo no, migajas de harem que va enamorando a las féminas y cerrando bocas de todo aquel que le despreció cuando era un don nadie, puede dar de qué hablar por ello de que ningún enfrentamiento constituye un reto o incertidumbre real, resulta bonito ver la ruta de personalización que Jin-Woo acaba tomando en favor de convertirse en ese Dios que, más pronto que tarde, nos daremos cuenta que el mundo necesita.
Es algo a lo que el dibujo del fallecido Jang Sung-rak acompaña muy bien, y estoy seguro que gente aún más amante de los juegos de rol que yo disfrutará de un cómic tan cortito (220 episodios, no muchas páginas por cada uno) y que rechaza tanto la sobre-exposición de información en favor de una lectura más ligera y apoyada en el dibujo.
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