Introducciones tontas aparte, Blue Period ha supuesto el fin a ese hiatus —otro más— en el que me he acabado acomodando. He leído por ahí que la temporada de este otoño está siendo una de las menos interesantes en comparación a las anteriores, pero en lo que a mí respecta, y con esperadas secuelas como 86 y propuestas a lo Ousama Ranking o la que aún me queda por ver, Komi-san, está formando parte de uno de los momentos más cambiantes de mi vida. Momento para el que Blue Period aterriza como una gota de reflexión y recordatorio de, perdón por tanta introspección, prioridades personales. La persona que quiero ser.
- Título: Blue Period (Periodo azul)
- Capítulos: 4 / ?
- Géneros: drama, slice of life
Sin saber qué hará cuando acabe el instituto, Yatora Yaguchi es mitad gamberrillo adolescente, mitad estudiante modelo. Podría decirse que es culpa de sus padres: mientras que papá le dice que viva su adolescencia a tope, mamá le pide que estudie y estudie. Tras probar a pintar su paisaje favorito, el amanecer de Shibuya, el chico encuentra de golpe su vocación. Sin experiencia ni conocimientos básicos, inicia una carrera contrarreloj para aprender y desarrollar su talento con los pinceles, y así poder entrar en la exigente Universidad de Arte de Tokio.
La obra de Tsubasa Yamaguchi (adaptada a televisión por Koji Masunari y Katsuya Asano) nos habla en su superficie de un estudiante de preparatoria de éxito. Lo que viene a ser un chico guapo, con un grupo de amigos consolidado, planes sociales por doquier, y a quien la etiqueta de “talento” acompaña como el sol al amanecer.
Yatora Yaguchi, excepto por no gozar de la mejor de las situaciones económicas, tiene la vida hecha, se suele pensar. Pero esa imagen de perfección sólo calza si atendemos a, vuelvo a repetir, una superficie con la que Blue Period rompe. La introspección aparece en un primer capítulo para quedarse y ahondar en los problemas de un protagonista, de una sociedad (la nuestra) en general que reniega de sus valores y gustos personales a fin de priorizar esa supervivencia y sentimiento de comunidad que igual se encuentran en actividades más comunes como la consumición masiva y generalizada de alcohol.
Podríamos decir que la vida de Yaguchi se tambalea cuando pega un encontronazo con el club de arte. Pero la realidad es que lleva desmoronándose tiempo atrás; simplemente no ha sido capaz de exteriorizarlo hasta encontrar el que la serie establece que será su lugar. Un sitio en el que ser más Yaguchi y atrevernos a soltar frases, planteamientos y cuestiones que en la mayoría de contextos sociales no calzarían ni a la de tres. Pero frases, planteamientos y cuestiones que a fin de cuentas son nuestras: que nos definen como persona y van más allá de esa imagen de éxito social y cuasi perfección que casi todos, por dejar abierta la posibilidad a que en un lugar remoto exista esa nota discordante del mundo mundial, queremos proyectar.
Blue Period, en
otra de sus guerrillas, también nos habla de la negación del
talento. De cómo lo que puede parecer un halago fácil y recurrente
es, en cierto modo, una forma de negar todo lo que hay detrás y
volvernos a quedar con un aspecto superficial.
“Es solo que paso más tiempo pensando en el arte que los demás”
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