He vuelto a ver Kimagure Orange Road

Kimagure Orange Road


He vuelto a ver Kimagure Orange RoadPara vosotros quizá no signifique nada. Para mí, en cambio, y sin desarrollar problemas de índole más personal, supone otro episodio de superación más en la medida en que, hasta ahora, estaba bloqueado: es una serie que inevitablemente me sigue recordando a una época muy mala (aunque con pinceladas bonitas) de mi vida. Pero la respuesta fisiológica, esto es, la ansiedad, y por qué no, el sentimiento de tristeza y nostalgia, ya no son lo mismo. Puedo volver a disfrutar de la que, junto a Maison Ikkoku, presumo de ser mi comedia romántica favorita.


Y mirad: no voy a llamar a esto un “primeras impresiones”, porque no le encuentro mucho sentido a hablar, en 2023, de redactar unas primeras impresiones de una serie que terminó en 1988. Va simplemente contra lo que, en este blog, es la categoría de primeras impresiones.


Tampoco voy a llamarlo reseña, porque ello requeriría de acabarme toda la serie (y para eso queda) y dedicar un esfuerzo estético que no estoy dispuesto a asumir en este instante. Quiero, simplemente, redactar desde una índole más personal y decorar con capturas monas. Aportar, puede que incluso, una lectura un pelín feminista.



Sea lo que sea que redacte, ahí que voy. Hablando primero que nada de que Kimagure Orange Road es una comedia romántica en la que la parte de comedia la pone Hikaru (etiqueta que creo que se entenderá, si no me falla la memoria, a partir del segundo episodio, tercero a más tardar), y la parte romántica, mi preferida, la pone Madoka. Una mujer que juega con las expectativas del protagonista en cosa de 20 minutos, en la medida en que se presenta como un encanto de aficiones similares (esto es, contar escalones, o por señalar algo menos cómico, gozar de la vista, de la brisa, del paisaje, de la buena compañía) pero en tanto que cambia el entorno, ella cambia con él, mostrándose poco más tarde como una señorita de armas tomar, fumadora, y con cara de pocos amigos.



Me encanta la manera en la que, la primera impresión que suele conducir al amor, o lo que dicho de otro modo más típico pero no tan guay a mi gusto, es amor a primera vista, se acaba tergiversando en un vaivén de sensaciones que, no obstante, acaba por construir una relación a largo plazo más sólida si cabe que el tan romantizado flechazo.



Kimagure Orange Road es una obra muy, muy bonita en la que el plantel femenino, Madoka sobre todo, así quiero recordarlo y así lo percibo por este primer capítulo, goza de un gran papel. Un papel mucho más protagonista que el que reciben en otras obras en donde a la mujer se la distingue ya no solo por lo que, por supuesto, es la estética, sino también por su conducta: una que apunta demasiado al estereotipo femenino ideal.


Aquí, en Kimagure Orange Road, Madoka es una chica de armas tomar, como dije más arriba. Quizá su manera de luchar contra el entorno no sea la más adecuada, no puedo empujar a alguien, sea persona o personaje, a aficionarse al tabaco y faltar a clases por el simple gusto de meterse en líos. No obstante, en las acciones de Madoka hay cierto empoderamiento femenino, una clara resistencia a caer en los estereotipos de género que la rodean y una lucha, a su vez, por no depender de nadie más que sí misma (por paradójico que, fuera de contexto, pueda sonar esto en vistas de una vida en sociedad). Ni de un hombre cuyo consejo no es otro que “no fumes, no es bueno para tu fertilidad”.



El cierre del capítulo me encanta. Es magnífico. Sentí mucho rechazo cuando Kyosuke, el protagonista, no se cree otra cosa que con el derecho a decirle a la gente, en este caso a Madoka, qué debe o no debe hacer con su vida. Y mira que hay argumentos en contra del tabaco, pero no: el suyo no puede ser más machista. Asume que la chica puede y quiere tener hijos, y que el tabaco le será un impedimento. Y por supuesto, ahí que va con su complejo de salvador a salvarla. Porque alguien tendrá que sacarla del terrible mundo de las drogas y ese estigma de chica mala.

Que se llevara una bofetada fue la mejor conclusión que pudo haberme dado la serie y un gran aliciente de cara a seguir con mi revisionado. Qué complicado es meterse en medio de una pelea entre hombres a decirles lo mal que está pegarse en la vía pública o abusar de mujeres, ah, pero qué fácil es decirle a una mujer cómo debe cuidarse en relación a su presunta capacidad gestante.

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