Una vez establecida la dinámica entre
personajes y hecho algo con Mitsuru, quien demandaba algo más que
tener a un chihuahua mordiéndole los testículos las 24 horas del
día, Trigger puso a sus más prometedores novatos —algunos de
ellos partícipes del sexto capítulo y la famosa Little Witch
Academia— en el doceavo episodio, El jardín donde todo empezó.
Abandonando la poca sutileza que lucía
en sus comienzos, el capítulo abre mostrando un escenario muy
distinto a los vistos hasta ahora y, al otro lado del espectro, muy
similar a la narración en pasado que presenciamos al principio del
primer capítulo; esa que ayudaba a meter en contexto, anticipaba lo
narrado en el treceavo, dota de más de un significado el que estemos
ante “el jardín de los comienzos”, y peor aún, presagia junto a
la leyenda del príncipe y la bestia un trágico final.
A pesar de los esfuerzos que Zero Two realiza desde el octavo capítulo —séptimo, incluso— para ser humana o al menos aparentarlo, inevitablemente los atributos que permanecen alterando su físico y gritan cuán distinta es se ven exagerados y progresivamente la acercan más a ser un monstruo, y con ello, al tormentoso pasado como sujeto de experimentos aislado.
Zero Two es puesta en un abismo, siendo
la luz que evoca el Darling de sus recuerdos su propio motivante para
seguir pero a su vez aquello que la destroza. Al fin y al cabo, es la
herramienta con la que las altas esferas doman parcialmente a la
chica; ellos la relegan a una herramienta a revisar, si bien a punto
de estallar, y esta relega a Hiro a poco más que un tedioso alimento
si bien inagotable que no termina de saciar a quien ahora es mostrada
y se define como un monstruo.
Hiro puede ser un buen punto de apoyo
pero la Oni de turno no lo ve como más que un medio para alcanzar
sus objetivos, alguien con grandes habilidades que no muere al tercer
pilotaje, y... Eso es bueno, ¿o lo era?
Como bien se aprecia en el subtexto, Hiro no quiere limitarse a Zero Two en calidad de pistilo sino que quiere conocerla como persona y comprenderla, pero ella es un erizo un tanto especial, que sabe cómo usar a las personas y exprimirlas, nunca mejor dicho, hasta que queden satisfechas por la eternidad. Hiro escapa un tanto a sus redes; al igual que el resto de estambres que ansían pilotar con Zero Two, este es presa de su deliciosa y mortal miel, pero a pesar de ello no está a disposición de sus garras y consecuentemente no es un consumible que pueda desechar a momentos.
Todo lo contrario, es pesado, y dada la
situación de Zero Two, cargante, e incluso un reflejo, como si de un
espejo se tratase, de que si en la actualidad no la ven como un
monstruo no es más que por la buena figura que le otorga su disfraz.
Después de todo, en un intento por confirmar su humanidad, intenta
besar a Hiro pero este emite un rechazo con la mirada, y lo peor es
el motivo, que son sus colmillos al sobresalir con la apertura de sus
labios. Ello da lugar a una reacción por parte de Zero Two, que por
primera vez ha sido rechazada en un ámbito relativamente personal, y
esta es no la mirada de un monstruo, sino la de un ser humano
desvalido y herido.
La subversión de expectativas es ya
algo recurrente en Darling in The FranXX y es que tanto el arquetipo
de beta en el que Hiro fue encasillado como la atmósfera de chica
ideal caída literalmente del cielo fueron rotos hace tiempo. Tras el
capítulo 5 lo único aún recurrente era la teoría del Red y Blue
Oni para con Hiro y Zero Two, y tras la resolución del sexto fue
otra de tantas hipótesis que quedaron como mínimo parcialmente
aparcadas. No en vano parecía que ambos protagonistas habían
alcanzado cierta epifanía y momento cumbre en su relación, con una
Zero Two que en el séptimo capítulo ambientado en la playa parecía
querer acercarse a Hiro y dejar las suficientes migas de pan como
para que éste pueda dar el primer paso en lo que sería el bello
comienzo de una bonita relación.
Pero ello ha vuelto a cambiar con El
jardín donde todo empezó, y es que la atmósfera del quinto ha
vuelto, y nunca mejor dicho, junto a su genuina directora. El cambio
en Zero Two se llevaba gestando desde aproximadamente el décimo
capítulo, cuando casi nada más empezar nos mostraban un plano
figura de ésta denotando cansancio, y sobre todo, con sombras a
varios niveles cubriendo su rostro.
Habiendo finalizado los preparativos con el onceavo y doceavo, en donde se anticipaba tanto haciendo uso de lo estético como del propio trasfondo de Mitsuru la problemática con Hiro —e incluso Zero Two— en el pasado, Noriko Takao aterriza tras su intervención en el quinto para volver a volcar nuestras expectativas, volverse una de mis directoras favoritas, y sobre todo, hacer del decimotercer capítulo, La bestia y el príncipe, algo a recordar.
La dirección es estelar y protagonista junto a Zero Two y Hiro, no solo
porque lleve el significado de la palabra excelente a otro nivel y el
objetivo no sea cómo rellenar para llegar a los casi 24 minutos de
episodio, sino cómo usarlos para contar lo máximo posible; también
por el cómo emplea la iluminación para mover a los principales de
un ambiente agradable a uno un tanto amenazante, el cómo crea
atmósfera, y sobre todo, el cómo logra hacer énfasis, responder
cuestiones, y meter callbacks por doquier, sin que nada parezca
pesado, forzado o mínimamente artificial.
La bestia y el príncipe —así
se titula— es un ejemplo perfecto de cómo una historia no tiene
por qué anticipar de forma estrictamente clara absolutamente todo, o
peor aún, dejar claro desde comienzos de la obra el cómo va a ser
todo. Todo lo contrario: Saber lo que los personajes y descubrir lo
que ellos al mismo tiempo es tan emocionante como impactante y, sobre
todo, conmovedor. La autoinserción no tiene por qué ser exclusivo
de material escapista sino también un recurso al que apelar para
adentrarnos en la historia y comprender aún más a los personajes.
Strelizia actúa de catalizador para mezclar y transportar ambas
conciencias de Hiro y Zero Two, y con ello al espectador, que se mete
en contexto al ver el mundo desde sendas percepciones.
La historia de la bestia y el príncipe
es la propia alegoría en la que se fundamenta el actual capítulo;
esta recibe una narración a varios niveles, o lo que es lo mismo,
mediante tres narraciones distintas, que son el propio ending
mostrando las imágenes del libro ordenadas, Hiro leyéndole la historia a
Zero Two, y el Hiro actual en su rol de narrador junto a Zero Two.
<<En las profundidades del bosque vivía una hermosa y fuerte bestia princesa que, atraída por la luz de la luna, entró a un país de humanos en el que se enamoró de un príncipe. La princesa era una bestia, tenía alas rojas en su espalda, y ello era un impedimento para estar con su amado. Como no sabía qué hacer, fue a ver a la bruja del bosque y dijo: “Quiero ser humana, quiero estar con él”. La bruja respondió: “Puedo ayudarte si me ofreces tus alas, pero recuerda esto. No importa cómo te disfraces, eres una bestia, y un día consumirás la vida del príncipe”.>>
Según lo que se está contando por el
narrador omnisciente, que al momento de contar el cuento es el Hiro
actual, la cámara enfoca a un lugar u otro a modo de acompañar la
alegoría, es decir, centrar la atención en aquello literal a lo que
cada parte del cuento se refiere.
Para Hiro, la cúpula que supone Garden
era todo el mundo que él conocía. Para Zero Two, su mundo era aún
más reducido; más allá de su habitáculo se extendía un
laboratorio al que acudía forzada para someterse a dolorosas pruebas
que no hacían más que confirmar su utilidad como monstruo y
herramienta.
No fue hasta que su reemplazo de madre
le trajo a Zero Two un libro que no debería de haberle traído
—véase que inmediatamente desapareció— y ésta conoció a Hiro, quien fue la primera persona en mostrarle tanta inocencia,
bondad, y sobre todo un aspecto digno y honesto de ella como persona, que se vio definida como ser humano y adquirió ciertas costumbres
que preservaría a futuro; véase el gusto por los dulces, el
preferir que se conserve Zero Two como su nombre, y lo que es más
impactante, el significado de la palabra Darling. Debe su humanidad y
el poder haber seguido adelante a pesar de todo aquello a lo que está
sometida tanto a Hiro como a su madre, que se sacrificó en pos de
darle a Zero Two algo en lo que sostenerse, dar un primer paso, y otorgarle su primera cosa bonita e importante, o lo
que es para APE, darle cosas innecesarias.
No es casualidad que los libros a los
que los niños tienen acceso sean cosas que no pueden entender como
Golden Bough, o bien material de utilidad, como es el qué hacer en
una situación de supervivencia del tipo. Como bien se vio en algunos
flashbacks, los libros ilustrados no es algo a lo que tengan acceso,
y no es casualidad que sean los idóneos para que niños de tal edad
comiencen con su aprendizaje; o, yendo a algo más simple, son cosas
bonitas que no necesitan para ser quienes protejan a los adultos
hasta la muerte.
El control que los de arriba ejercen
sobre la formación de los parásitos es absoluto, excepto si se
trata del escuadrón 13, que cuenta con una mayor libertad pero como
hándicap un menor flujo de información, tanto en comparación a los
predilectos de Nine como a otro escuadrón cualquiera, tal que el
escuadrón 26 del quinto capítulo. Ello tampoco parece ser
casualidad, pues parece ser permitido por el Dr. FranXX, por los
propios adultos que los rodean y aflojan su correa, e incluso por sus
personalizados FranXX, que suponen un total contraste con los de
otros escuadrones.
Puede ser cruel; casi tan cruel como
aquella vida a la que Zero Two fue sometida, el valor dado a lo que
para ellos no son más que parásitos utilizables y desechables en
pos de lograr una sociedad uniforme, o la manera en la que utilizaron
tan bellos recuerdos de su infancia. Ahora que los pensamientos sobre
que lo instaurado por Papa y el resto pueda no ser más que mentiras
y engaños ha pasado a ser algo más que meras divagaciones y la
revelación del momento, el niño que en un pasado representaba al
resto y sería quien los guiaría al mundo del mañana, se ve en el
cénit de la cuestión.
La metáfora del pájaro de Jian da un paso más y se pregunta hacia dónde volar; el escuadrón 13 podría ser pieza clave en su rol de escoltar a Zero Two al por ahora ambiguo evento del Grand Crevasse, o el artífice de una rebelión que Hiro empezó parcialmente de pequeño, cuando contra pronóstico de Papá y el resto no apuntaba a ser un representante que los guiase a su objetivo, sino un rompedor del status quo y alguien dispuesto a tirarlo todo por la borda.
El capítulo concluye con algo que se
asemeja al ruido de un televisor, y entre tanto barullo se oyen
distintas voces, a destacar dos de ellas que se llaman mutuamente:
Zero Two y Darling. Junto al ya más que insertado en la historia
señor espectador, la analepsis concluye para volver al presente y
romper en un llanto flojo pero punzante. Sólo tengo que decir: Por
favor, que no haga más que mejorar.
5 Comentarios
Este ultimo capitulo ha estado muy bien, espero que sigan por esta linea.
ResponderEliminarOpino igual.
EliminarHiro niño>>>>>>>Hiro actual.
ResponderEliminarMakes sense.
EliminarComo bien has dicho el capítulo ha sido excelente y supo prepararnos con cierta antelación sobre lo que iba a ocurrir, ya que llevaban un par de episodios con Zero Two más apagada y obsesionada con sus rasgos menos humanos como los colmillos. El episodio se sintió muy fluido, tanto que me hallaba hipnotizado y el tiempo se me pasó volando mientras disfrutaba del pasado de ambos protagonistas. La atmósfera era muy apropiada con ese ambiente frío propio de una especie de laboratorio, en concreto aquí experimentan con los niños para ver si resultan útiles para sus propósitos.
ResponderEliminarDe verdad que el personaje de Hiro aquí me gustó mucho y encarna ese niño un poco más espabilado que el resto y que por tanto empieza a hacer preguntas por pura necesidad de saber y satisfacer su curiosidad. Esa probablemente fue la parte que más me encantó porque yo de niño hacía muchas preguntas y a veces me fastidiaba no obtener una respuesta.
No me había dado cuenta del hecho que había una narración en tres niveles distintos, se me escapó ese detalle. No sé porque pero cuando utilizan algún cuento popular o libro ilustrado la historia acaba por tener mucho impacto como en Monster con el cuento del monstruo.
PD: ¿Qué es un callback?